Me fui de México la primera vez hace casi 12 años y aún no sé que palabras describirían mejor a una persona que emigra.
Me gusta decir que somos valientes y es cierto. Pero también me gusta decir que somos de tomar acciones, los accionadores del gatillo. Me gusta decir que somos alocados. Aventureros. Me gusta pensar en la resiliencia por haberlo hecho, por seguirlo haciendo, por aprender a hacerlo.
También me gusta usar calificativos como decididos, determinados, perseverantes. Pero al final, si no existieran calificativos, existirían las emociones, las aventuras, las historias, las lágrimas en la madrugada, las llamadas con buenas noticias, las malditas llamadas que nos estrangulan la vida con malas noticias, las ilusiones al comprar boletos de avión, de ferry, de autobús, de un tour, de un auto rentado. Las ausencias, las visitas que nos traen lo que acá no conseguimos (unos mazapanes, un molcajete para hacer salsas, unas tortillas de tortillería o una banderita de mi país para exhibirla en Septiembre).
Las emociones y esas experiencias en realidad, fueron todo lo que importó en su momento y que sigue importando hoy. Los lazos nuevos, la familia que adoptamos, los que se vuelven tíos de nuestros hijos sin tener su sangre, los que se vuelven testigos en nuestros momentos más importantes aunque no los hubieramos conocido de toda la vida. Importan esos miedos conquistados que parecían monstruos de cuatro cabezas cuando los pensábamos: ¿Y si no me dan el permiso en la embajada? ¿Y si no encuentro trabajo? o peor aún: ¿y si algo le pasa a alguien que amo mientras yo estoy acá? (el peor de todos).
Me fui de México, si, cobarde para unos, valiente para otros. A la mala he hecho repetidamente ejercicios de desapego, de distancia, de crecer, de perder la fe y de creer con los ojos cerrados. La lección de emigrar no es de aprenderse una vez y abandonar. La lección es para siempre, inevitablemente diaria. La lección es reinventarse, soñar con lo desconocido, abrir paso a los que vienen inmediatamente después con paisajes tan diferentes a los nuestros. La lección es una que me mueve, me asusta y me ilusiona. La lección es saber que emigré y en en eso decisión conocí mi autonomía, mi fuerza, mi libertad.
Marzo 2023
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